jueves, 6 de enero de 2011

Historia de la Parroquia

Tenemos pocas noticias de los oscuros orígenes del Templo Parroquial, la primera mención documentada proviene de 1354 cuando se fundó en ella la Cofradía de los Caballeros de Nuestra Señora del Salor. 

Es una de las antiguas de las cuatro primitivas parroquias de Cáceres.

Parece, que primitivamente fue una mezquita musulmana y luego se convirtió en templo cristiano. Esto parece confirmarlo el hecho de que esté construida en lo más alto de la Ciudad Cacereña y su proximidad al antigua alcázar árabe, de que queda el importante aljibe de la Casa de las Veletas. Lo cierto es que de la supuesta mezquita no queda ningún resto y sobre su solar se construirá un nuevo templo en los años  inmediatos a la reconquista de la Ciudad por las tropas de Alfonso IX,  sobre el 1227. Pero de ese templo, que sería muy pequeño no ha quedado nada, pues los más antiguos elementos estilísticos de la actual arquitectura parroquial corresponden de principios del siglo XVI, tiempo en que ya se había tomado el acuerdo de ampliar el Templo a causa del crecimiento demográfico de la Villa.  

La portada del Templo es majestuosa: tiene dos columnas, coronadas de capiteles. Dichas columnas enmarcan un arco con casetones de angelitos y con sendos medallones con las efigies de San Pedro, el Príncipe de los Apóstoles y San Pablo, el Apóstol de los gentiles. En el centro y sostenido por dos niños el busto de un joven varonil, medallón decorativo al estilo romano de la época. Culminan la portada niños de sabor italiano que los labró el escultor cacereño Juan de Santillana en 1565; el de la izquierda lleva la corona de espinas, el de la derecha lleva en sus manos una calavera, signos del sacrificio, del amor y de la muerte por los que todo cristiano tiene que pasar si quiere alcanzar las puertas del paraíso, que de este modo, se simbolizan en la del Templo.

La pieza de más valor del Templo Parroquial de San Mateo es el  imponente retablo mayor, del siglo XVIII, que sustituyó a otro anterior, cubre la pared y llega hasta la bóveda. Es de estilo rococó, en madera sin dorar, salvo en la parte relativa a la custodia – manifestador y lo construyó el maestro cacereño Vicente Barbadillo.

Descansa en un pedestal de cantería y está compuesto de tres cuerpos:

  • Preside el primer cuerpo el manifiesto para la custodia de tipo giratorio incluida en un barroco hueco de perfil mixtilíneo. Tiene una hornacina en la que se encuentra la escultura del Santo Niño de la Congregación, imagen del siglo XVII, imagen a la que se profesó una gran devoción. A los lados otras dos hornacinas; en una la Virgen del Rosario( comprada  a finales del siglo IX) con una corona del siglo XVII y en la otra San José con el Niño.
  • En el segundo cuerpo, en la hornacina central preside una imagen moderna del titular de la Parroquia San Mateo, mientras que en la laterales está S.Juan Nepomuceno y San Pedro Apóstol, ambas del siglo XVIII.
  • En el tercer cuerpo, también el centro un Cristo Crucificado, probablemente del siglo XVII, que se le llama “Cristo de la Buena Muerte”, y en los laterales San Francisco de Asís y San Pedro de Alcántara.
El remate del retablo culmina en magnificas tarjas y broches de hojarasca pomposa.

Resaltar la cantidad de enterramientos en las paredes del templo con sus bellos escudos pertenecientes a las respectivas familias; también el inmenso coro con una gran bóveda y sin apoyos de columnas.

Como imaginería, abundan los pasos penitenciales: La Oración en el huerto, el beso de Judas, Jesús amarrado a la columna y la Dolorosa de la Cruz policromada en buena talla de madera, que es una copia  realizada en Valladolid, por Antonio Vaquero, de la famosa de Gregorio Fernández que se guarda en la Iglesia de la Vera Cruz de Valladolid. Se cedió a la parroquia en el 1953  según lo indica en una inscripción en la peana: "Réplica de la Santísima Virgen de los Dolores de Gregorio Fernández donada por el Rvdº. Don Santiago Gaspar Gil párroco de San Mateo de Cáceres. Año de MCMLIII” y también figura el nombre del artista: “Antº Vaquero”.
 
Finalmente resaltar la capilla del Cristo de la Encina. El cuadro es un lienzo con aves exóticas y edificios clasicistas, y representa al Cristo que un misionero escondiera en una encina y que fue descubierto por un leñador indígena sorprendido por la inesperada aparición.   

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